Participacion de MHUEL en la fiesta de la plataforma de la defensa de la escuela pública

 

 

 

Ley del ministro WERT

Rajoy se inclina ante rouco

 

El pasado viernes el Consejo de Ministros dio luz verde al proyecto de ley orgánica que en un alarde de lenguaje orwelliano denominan “para la mejora de la calidad educativa”. El Movimiento Hacia un Estado Laico (MHUEL) se niega a usar dicho nombre porque no se ajusta al contenido. En su lugar la denominamos  Ley Wert para que quede memoria del responsable de tamaño desatino.

 

No haremos aquí un análisis pormenorizado de un texto que ha recabado críticas desde todas las perspectivas imaginables, pero sí queremos manifestar nuestra más rotunda oposición a dos principios generales. El primero es la progresión en la mercantilización de la educación y su privatización en beneficio de la Iglesia Católica y el segundo es la consolidación del régimen imperante de nacional-catolicismo que, dicho sea de paso, ninguna administración educativa anterior ha osado cuestionar.

 

No está en nuestro ánimo el ataque a la religión ni hacemos profesión del anticlericalismo. De hecho, manifestamos nuestro completo acuerdo con el texto que hizo público el pasado 24 de marzo las “Comunidades de Cristianas y Cristianos de Base de Madrid” en relación con este proyecto de Ley. Por eso, también afirmamos que la Conferencia Episcopal Española se está ganando a pulso el calificativo de sectarios y el rechazo de una parte significativa de la población española por su posición intransigente y dogmática.  El justo reproche a los Estados en donde reina la intolerancia islámica no debe impedir la necesaria crítica del fundamentalismo católico que en nuestro país impera.

 

Nos manifestamos contrarios a la impartición de religión en la escuela. Sea la religión que sea.. Sea evaluable o no. Sea voluntaria o no. La escuela es el lugar de la ciencia y del conocimiento, no de la fe y la creencia. La escuela ha de ser lugar de integración y no de segregación según las creencias de los padres. La escuela ha de formar en valores universales y no particulares.  Por eso llamamos a todas las fuerzas políticas y especialmente al PSOE a ser consecuentes con el principio de aconfesionalidad del Estado y a que denuncien los acuerdos de 1979 del Estado Español con la “Santa Sede”.

 

El tratamiento que hace el proyecto de Ley de la asignatura de religión y de “Valores éticos” no deja más opción que la llamada a la objeción de conciencia de los padres a dichas asignaturas puesto quelas creencias no pueden ser objeto de evaluación y los criterios morales deben estar ausentes de una escuela pública al servicio de todos.

 

Nos manifestamos contrarios a la privatización de la enseñanza a través de los llamados conciertos educativos que, en la práctica, conducen al cuasi monopolio de la educación que la Iglesia Católica obtuvo de la dictadura franquista. Con más motivo estamos en contra de la ampliación de los periodos de concierto, de la supeditación de la programación educativa pública a la oferta privada, de la ampliación de los criterios de selección del alumnado por parte de los centros y de la concertación con centros segregadores, cuestiones que contempla el actual proyecto de Ley.

 

Valoramos este proyecto como una mezcla de neoliberalismo en lo económico y rancio nacional-catolicismo en lo ideológico, que nos pretende llevar al fondo de la historia. Llamamos a la comunidad educativa y a las fuerzas democráticas a aprovechar el viaje al que nos obligan para unir fuerzas y tomar impulso, para la consecución, por fin, de una escuela pública, laica, democrática y gratuita.

Educación y laicismo

Artículo escrito por Jorge A. García González, vicepresidente de nuestra asociación y publicado en aragóndigital.es

El  nuevo gobierno del Partido Popular, con su ministro de Educación al frente, ha decidido suprimir la asignatura conocida como «Educación para la Ciudadanía» y sustituirla por otra que se llamará, posiblemente, «Educación Cívica y Constitucional». El actual ministro considera, al igual que otros colectivos, que dicha asignatura adoctrinaba a nuestros jóvenes basándose en una publicación de un libro de la editorial AKAL que jamás fue autorizada ni homologada por el Ministerio de Educación en la etapa del gobierno de Zapatero.

Como siempre, asistimos al insufrible juego político del «yo quito y yo pongo» en un tema tan sensible como es la formación de nuestros futuros ciudadanos, que nutrirán y enriquecerán el país y al Estado en las próximas décadas. Creemos que el uso de estos fuegos no harán más que encender las hogueras del adoctrinamiento partidario y sectario de una sociedad ya de por sí dividida.

Desde Mhuel (Movimiento hacia un Estado Laico) pensamos y creemos que se debe dar un giro radical ante tanta insensatez de la muy interesada política formativa, informativa y educativa. El pensamiento laico nos indica, claramente, que el uso de estas cuestiones por motivos partidistas y ganas de agradar a ciertas instituciones no es el camino adecuado ni correcto para instruir a nuestra juventud.

Abogamos por un proceso instructivo libre y sin dogmas, que los valores universales estén muy por encima de los adoctrinamientos confesionales, que se sepa entender y valorar lo que significa una auténtica separación de poderes, que se entienda que las creencias pertenecen al ámbito privado y que el Estado debe permanecer neutral en esta materia, que a nadie se le niegue el derecho a profesar sus creencias y que el Estado vele por la libertad religiosa y de culto dentro de la más estricta tolerancia pero sin favorecer a ninguna confesión en particular.

Defendemos que la Constitución es el elemento actual en que se enmarca nuestra convivencia y que aparte de leerla hay que observarla para que nuestros gobernantes y cargos electos la cumplan y la hagan cumplir, que los símbolos como la bandera y el himno nacional son de todos y para todos sin apropiación indebida, que los estamentos públicos tienen que estar al margen y por encima de cualquier signo confesional, que se valore y se ensalce a los cargos públicos como servidores de todos siempre que su comportamiento sea ejemplar, que la tolerancia y el respeto hacia todas la sensibilidades y opciones sea una muestra de avance de la sociedad, que las libertades en general y la de conciencia en particular sean realidades tangibles.

El laicismo tiene la cara más amable, lejos de los impenitentes y falsos detractores; cabemos creyentes y no creyentes, siempre que tengamos claro que el avance de nuestra sociedad se realizará mediante el respeto, la tolerancia, la libertad y la demarcación clara entre lo público y lo privado.

Nuestros valores no se resignan a un mandato político o a unas cuantas legislaturas de poder partidista, los valores laicos son de futuro para crear una sociedad mejor de ciudadanos respetuosos con las esencias democráticas, libres y conscientes en el pensamiento razonado y sin dogmas.